Conoce a Edwin Chulim, el chef yucateco por excelencia

Cuando escuchamos algo relacionado a la cocina yucateca enseguida nos vienen a la mente miles de adjetivos calificativos, tales como tradición, hogar, sabor, cultura, historia, chichí y muchos más, sin embargo uno que al autor de esta historia le gustaría añadir es resilencia. ¿Qué es resilencia? Bueno, según tío Google, resilencia –en la psicología- es “la capacidad que tiene una persona para superar experiencias traumáticas como la muerte de un ser querido, un accidente, etc”; probablemente tú que lees esta nota te podrás estar preguntando, bueno y cómo se puede aplicar la resilencia a un escabeche, unos papadzules o a un exquisito frijol con puerco. La respuesta a esa pregunta espero que quede respondida con la historia de la vida de Edwin Chulim, un chef nacido en Tizimín, Yucatán que ha sabido sortear las nimiedades de la vida para llevar a cabo sus objetivos, todo mientras hace lo que más ama y apasiona, preparar deliciosos platillos influenciados de lo que él ha vivido a lo largo de los años, engalanados con su presente y proyectados con su futuro.

Edwin Chulim, nacido en Tizimín, Yucatán siempre ha tenido una vena creativa desde que tiene memoria. Cuenta con habilidades para la pintura, el retrato y las artes plásticas en general, lo que demuestra que la cocina era una rama más en la que podría derramar todas esas ideas y propuestas artísticas creativas que provienen del hemisferio derecho del cerebro. Y así lo fue, decidió estudiar cocina de manera formal en Valladolid en el año 2010 y fue a partir de este punto, donde la carrera de Edwin empieza a abrirse brecha en el escabroso, exigente y demandante mundo de la cocina.

La primera parada obligada en el viaje pues es en la capital del estado, Mérida, pero como hombre precavido vale por dos, Edwin ya había estado en la CDMX, Oaxaca y Puerto Morelos haciendo “horas vuelo” en cocinas haciendo lo correspondiente y aprendiendo de gente más experimentada. Inicio el proyecto de una cafetería en nada más y nada menos que en el Paseo Montejo, una de las avenidas más emblemáticas de la ciudad de Mérida, y ahí fue donde sus conocimientos y recursos empezaron a rendir frutos. 

Con el paso del tiempo, ciertas maneras en las que ejecutaba sus platillos y sus ideas para el establecimiento fueron alejándolo de la idea original del concepto con el que fue planeado. Todo esto eran señales del hambre y las ganas de salir de su zona de confort; desde etapas tempranas de su carrera se podían ver atisbos del anhelo de siempre querer más y de alzar la barra más alto en lo que compete a la cocina, y sobre todo, a mejorar y a convertirse en la mejor versión de sí mismo. 

Pero para convertirte en la mejor versión de ti mismo primero tienes que aceptar quién eres, y eso es algo que Edwin tiene muy claro, primero al reconocer tus orígenes, hacerlos parte de ti y de tu presente, y con eso en la bolsa, el día a día se vuelve un poco más ameno. Trasladando eso a la cocina, la cocina local yucateca es la principal influencia en la vida diaria de Edwin, ya que, como mencionamos al principio posee una variedad de ingredientes enorme, desde el aroma de las especias que lleva un escabeche, la cremosidad de la pepita que llevan unos papadzules, o el color dorado de la masa frita de unos salbutes, es una concatenación de tradición, historia, cultura y sobre todo amor y dedicación que se aplica en cada paso de la preparación de cualquier platillo que se haga.

Sin embargo la vida es de matices, y sobre todo la salud. Hoy en día vivimos en una época en la que estamos más consientes sobre los daños que ciertos estímulos y circunstancias nos pueden causar a nosotros y a nuestras emociones. La industria de la cocina es una muy demandante y muy exigente y se sabe de testimonios de personas que laboran jornadas de 10 a 12 horas sin parar, ambientes tóxicos de trabajo, sueldos bajos y sin beneficios, acoso y sobre todo una presión enorme de entregar el plato a la máxima perfección posible. Todo esto es lo que se sabe muy someramente acerca de la industria, pero cuando hablamos del individuo es otra historia. 

Edwin fue diagnosticado con depresión mayor, una enfermedad bastante común entre la gente del medio y sobre todo a la que está expuesta a una cantidad de estrés importante. Lo peligroso de esta enfermedad es que puede hacer que te cuestiones todo lo que has hecho a lo largo de tu vida y que te preguntes si realmente vale la pena seguir adelante, sin embargo, como cualquier enfermedad, si se puede identificar temprano y se trata antes, mucho mejor. Edwin llegó a cuestionarse varías piedras angulares de su vida y a perder el rumbo total de su vida, su carrera y sus emociones, a tal grado que tuvo que darse un tiempo y salirse del medio de la cocina para regresar a sus bases y recordar que es lo esencial para poder regresar con más certeza, serenidad, sabiduría y templanza. 

Después del descanso y renovación, Edwin aceptó ofertas de trabajo para poder seguir trabajando en el medio con otra actitud y otra visión hacia la vida y con el mismo. La consultoría para poder mejorar y ayudar a otros restaurantes a lograr sus metas y objetivos fue la vía perfecta para empezar a introducirse de nuevo en la industria de manera paulatina de la mano de Adrián Marcos, a quien le esta infinitamente agradecido por la gran mancuerna que hicieron, con quien lograron buenos dividendos.

Le preguntamos a Edwin cual es la diferencia de ir a trabajar el día de hoy a diferencia de trabajar antes de que le diagnostiquen la depresión mayor y antes de recibir tratamiento para le enfermedad, y la respuesta va directamente a la pregunta que hicimos al inicio de este artículo con respecto a la resilencia y a demás cuestionamientos: 

“Se habla mucho de lo demandante que es el medio, pero más que nada, a mí me pega más mi auto exigencia, a veces creo que no estoy en el lugar indicado, o a veces sí. Tuve que derrotarme ante la enfermedad, aceptar toda la ayuda posible y sólo así, empecé a ver cambios positivos en mi vida. En la industria es un tema tabú, que no se habla, se confunde con falta de capacidad y poca confianza en uno mismo, lo cual se me hace muy grave porque no tiene nada que ver.”

Con una nueva actitud hacia la vida, ahora Edwin puede enfrentarla con la pregunta ¿Qué sigue? Y es ahí donde los nuevos proyectos son los que emocionan los días presentes y los que llenan las horas de trabajo para que puedan materializarse y puedan enorgullecer a todos los que tenemos la fortuna de conocerlo o de simplemente haber cruzado unas palabras con él. 

El futuro brilla para Edwin con la apertura de tres proyectos en Metepec, Estado de México, uno muy diferente del otro, pero con todo el sello que sólo él puede otorgar. Nuestra plática con él nos ha comprobado que la resilencia a las tribulaciones de la vida es una virtud que te saca avante, y no solamente eso, te puede dar material para que puedas capitalizar los departamentos de tu vida y así lograr ser la mejor versión de ti mismo. Edwin es la viva prueba de eso, al lograr sortear una enfermedad día a día, trabajar en lo que lo apasiona y aceptar día con día quién es y mostrarlo al mundo entero a través de su cocina, su nombre y su persona.